Nicolás Malinovsky [*]
La pandemia ha puesto al sector energético junto con el cambio climático en la agenda mundial. Tal es así, que el pasado 18 de mayo, la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) lanzó el denominado plan “Net Zero para 2050: una hoja de ruta para el sector energético mundial”.
Según la IEA (2021), la hoja de ruta plantea que la inversión anual total en energía aumentará a u$s5 billones para 2030 en la vía neta cero, agregando 0,4 puntos porcentuales adicionales al año al crecimiento del PBI mundial, según un análisis conjunto con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Además, para 2050 la demanda mundial de energía será alrededor de un 8% menor que en la actualidad, pero abasteciendo a una economía de más del doble en tamaño y a una población con 2.000 millones de personas más. Casi el 90% de la generación de electricidad provendrá de fuentes renovables, donde la energía eólica y solar fotovoltaica juntas representarán casi el 70% de la matriz y la mayor parte del resto provendrá de la energía nuclear.
Así, vemos que la energía nuclear será una pieza fundamental para lograr la descarbonización de los sistemas energéticos planteados en el escenario “Net Zero para 2050”.
De acuerdo con la Asociación Nuclear Mundial (WNA, en inglés World Nuclear Association) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), existen en el mundo a septiembre de 2020 unos 442 reactores de potencia generando energía eléctrica a la red distribuidos en 20 países, con una capacidad neta instalada de 391.685 MW y cuya participación en la generación eléctrica a nivel global es de aproximadamente el 10,5%.
Para el caso de Argentina, que opera 3 centrales nucleares: Atucha 1 de 362 MW, Atucha 2 de 745 MW y Embalse de 656 MW. Según datos de Cammesa (2020), la energía nuclear representa un 4,2% de la energía generada, mientras que la generación térmica representa un 60,5%, la hidráulica un 25,8% y las renovables un 9,5%.
Por su parte, de los 53 reactores en construcción en el mundo, 1 se encuentra en Argentina, el CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares), mientras que el 65% de los reactores en construcción se sitúan en Asia. Adicionalmente, de esos 53 reactores en construcción, el 84% son de la tecnología tipo PWR que utiliza uranio enriquecido y agua liviana como moderador, y 3 reactores son de tipo modulares SMR que, según el informe “Pequeños reactores modulares: desafíos y oportunidades” de la Agencia de Energía Nuclear, se encuentran bajo construcción el CAREM de Argentina y los diseños ACPR50S y HTR-PM de China.
Además del proyecto CAREM, Argentina tiene en cartera en lo inmediato la construcción de la IV central nuclear. Sabino Vaca Narvaja, embajador argentino en China, dijo en una reciente entrevista en relación a la construcción de una nueva central nuclear: “ Se encuentran adelantadas las gestiones para avanzar con el proyecto de la IV Central Nuclear. La central contará con tecnología Hualong, una de las más avanzadas del mundo. Esta obra permitirá a nuestro país continuar diversificando la matriz de generación de energía y generará cerca de 7 mil puestos de trabajos directos. Además, consolida a la Argentina como un actor de referencia en la región en materia nuclear, continuando con los lineamientos estratégicos en este sector. Por otra parte, en el futuro, nos permitirá explorar proyectos conjuntos con China incluyendo la exportación de bienes y servicios nucleares. Argentina cuenta con grandes capacidades en la materia, además de un entramado de organismos y empresas como NASA, CNEA, CONUAR, IMPSA, INVAP, NUCLEARIS que cuentan con vasta experiencia en el mercado internacional y están suficientemente maduras para competir en mercados como el chino”.
Tal como indica la hoja de ruta del Net Zero 2050, planteado por la IEA, la energía nuclear es un componente fundamental para lograr la descarbonización de las matrices energéticas. Argentina no queda exenta de esta solución, y parece ser una oportunidad para profundizar el desarrollo nuclear, del cual conoce y mucho, ya que posee una trayectoria de más de 70 años. Esto pone al sector nuclear en un desafío histórico, en el cual debe pensarse y planificar cuál va a ser el desarrollo de los próximos 30 o 50 años, más allá de la IV central, que todo parece indicar será de tecnología Hualong, debemos pensar cómo avanzar y desarrollar las capacidades nacionales ya instaladas y adaptarlas a nuestro tiempo.
[*] Malinovsky es Ingeniero Eléctricista (UNRC) y maestrando en Gestión de la Energía (UNLa). Director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia.
Este artículo fue publicado por primera vez en Ámbito Financiero