Nicolás Malinovsky [*]
El primero de marzo pasado se produjo un apagón y colapso del Sistema Interconectado Nacional (SADI) como consecuencia de un incendio propagado en un campo de la zona en que se encuentran tres Líneas de Alta Tensión (500 kV) vinculadas a la Estación Transformadora de General Rodríguez con el área del Litoral.
La falla del SADI afectó al 43% de la demanda de ese momento, pasando de abastecer 26.500 MW a 15.000 MW aproximadamente, teniendo como consecuencia que varias zonas fueran afectadas con corte de suministro en forma total, algunas en forma parcial y otras no afectadas.
Este hecho trajo inmediatamente los recuerdos del apagón total ocurrido en el día del padre de 2019 durante el gobierno de Mauricio Macri, que dejó sin energía eléctrica a casi 50 millones de personas entre los afectados de la Argentina y, por su impacto en parte de las redes de alta tensión, también de Brasil y la República del Uruguay.
Volviendo al corte de esta semana, en medio de la incertidumbre de lo sucedido se pudo observar cómo minutos después del colapso, las tintas de los grandes diarios y medios de comunicación apuntaron sus titulares contra la Central Nuclear Atucha I “Juan Domingo Perón” como la causante del suceso que dejó sin luz a medio país.
De esta manera se intentó desprestigiar y llevar miedo a la población sobre las Centrales Nucleares Nacionales, siendo éste un sector de punta en el desarrollo científico-tecnológico nacional, en el que el país se ha consolidado por su trayectoria de más de 70 años de trabajo en el área nuclear.
Ahora bien, la salida de servicio de Atucha I, fue producto de la falla del sistema de transporte de alta tensión en 500 kV, tal como informó la compañia que administra el mercado eléctrico, CAMMESA: “A partir de las 15:59 horas, de acuerdo a lo comunicado por Transener, se produjo por cortocircuitos como consecuencia de un incendio de campo, la desconexión secuencial de las tres Líneas de Alta Tensión que vinculan la Estación Transformadora de General Rodríguez con el área del Litoral”.
Al respecto, José Luís Antúnez, presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A., dijo que “la línea de alta tensión sale de servicio por el hollín producido por el incendio, que al depositarse en las líneas y aisladores, llega un momento en que se produce un arco a tierra (…) y sale de servicio la línea. A raíz de la salida de carga del sistema fue que Atucha I sale de servicio, también le ocurrió a Embalse, como a muchas otras centrales, ya que al no haber donde envíar la producción [de energía] debemos apagar la máquina”.
Además, Santiago Yanotti, subsecretario de Energía, informó que “hubo un incendio a ocho kilómetros de General Rodríguez que afectó a unas líneas de alta tensión. Por una cuestión de seguridad, cuando las instalaciones perciben esta amenaza, salen de servicio”.
En consecuencia, el corte de energía producto del incendio, puso en foco nuevamente a Transener, Compañía de Transporte de Energía Eléctrica en Alta Tensión Transener S.A., empresa que nace en 1993, como resultado de la privatización impulsada por el menemismo, buscando “modernizar” el sistema energético argentino, que, hasta el momento, era controlado íntegramente por el Estado, y hoy controlada indirectamente por privados y ENARSA (ex IEASA) ambas con el 50% de Ciltec S.A., la cual posee el 51% de las acciones Clase A de Transener.
A saber, desde el 2015 a la fecha no ha habido expansión ni instalación de un kilómetro nuevo de línea de extra alta tensión. Las últimas grandes inversiones se produjeron en el periodo 2003-2015, bajo las presidencias de Nestor Kirchner y Cristina Fernandez de Kirchner, y la administración de Julio De Vido en la cartera del Ministerio de Planificación a través de los Planes Federales I y II concertados entre la Nación y las Provincias.
Es por ello, que este hecho propicia y hay que aprovecharlo para poner foco en el gran debate que debemos darnos como país sobre la administración y control de los sistemas energéticos nacionales, es decir, sí éstos deben estar en manos del Estado o en manos privadas. Claro está, que la experiencia de la planificación del sector durante la década de los 90’ en manos del “Libre Mercado” no ha mostrado buenos resultados, estando muy lejos de las promesas realizadas de eficiencia y servicios de buena calidad.
[*]Ingeniero Electricista (UNRC). Magíster en Gestión de la Energía (UNLa). Diplomado en Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgo (UNDEF). Director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT) asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia.
Este artículo fue publicado por primera vez en Ámbito Financiero