Arístides Silvestris y Matias Diaz [*]
Continuamente se aprecian titulares mencionando que la sociedad está atravesando uno de los mayores cambios (revoluciones) tecnológicos de la historia, transitando un sendero que nos dirige hacia la digitalización y virtualización de casi todo lo que nos rodea. Y aunque parezca un discurso futurista o alejado de la realidad, podemos encontrar en la actualidad hechos que verifican esta tesis.
Si repasamos la lista de los empresarios más adinerados del mundo de Forbes, cuatro de los primeros cinco integrantes pertenecen al rubro tecnológico Jeff Bezos de Amazon, Elon Musk de Tesla, Bill Gates con su fundación y Mark Zuckerberg de Facebook. No por casualidad detrás de la guerra comercial entre Estados Unidos y China el eje ordenador es la batalla por la implementación de la tecnología 5G, dominada hasta ahora por la empresa china Huawei Technologies. Como consecuencia de ello, se realizó un boicot alegando competencia desleal, espionaje, vulnerabilidades contra la seguridad nacional, culminando en suspensión de contratos en Europa, Australia y Canadá. Seguidamente, comenzaron bloqueos de uso, compra y venta de software y hardware entre varias empresas de ambos países; resaltando la importancia de este nuevo territorio en disputa.
La pandemia de Covid-19, no hizo más que actuar como un catalizador de los procesos de digitalización, en muchos casos forzada, exponiendo las fortalezas y debilidades a la hora de adaptarse a esta “nueva normalidad”.
Es en este nuevo mundo donde los Estados se enfrentan a grandes desafíos, con la necesidad de incorporar nuevas capacidades técnicas, metodológicas y analíticas, junto a inversiones y administración de nuevas infraestructuras tecnológicas que serán condición necesaria para que esa transformación se ejecute de la mejor manera posible. Ahora bien, ¿bajo qué modelo de inversión y desarrollo están siendo desplegadas las nuevas infraestructuras? ¿será posible plantear un enfoque diferente, sin caer en los modelos de negocio clásicos, garantizando el acceso a la conectividad y facilitando la adopción de nuevas tecnologías a toda la población?
Latinoamérica en la actual revolución tecnológica
En Latinoamérica existen grandes proyectos de adopción tecnológica mediante la modernización de sistemas de gestión, digitalización del estado y transformación digital. En ese sentido, Argentina y Uruguay poseen Centros de Datos, también conocidos como DC “DataCenter” en inglés, públicos nacionales (ARSAT y ANTEL respectivamente) con certificaciones internacionales (Tier III).
Esto presenta grandes ventajas para estos países, ya que poseen capacidad de cómputo y cierta soberanía sobre los datos allí almacenados. Adicionalmente, ambos países poseen tendidos de fibra óptica desplegados a lo largo y ancho de su territorio. En Argentina, la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO) nació en 2010 como parte del plan “Argentina Conectada”; y su vecino ANTEL en diciembre de 2011 comenzó su tendido de fibra óptica con el propósito de posicionar a Uruguay como referente de la región.
En diciembre de 2020, en el marco del Plan Conectar (Argentina), se anunció la creación de una “nube pública nacional” a cargo de ARSAT. Esta nube pública autogestionada y automatizada se basa en tecnologías de orquestación y virtualización de código abierto, también conocido como “Open Source” en inglés.
Recientemente, Facundo Leal, Subgerente General de ARSAT anunció la culminación de la primera etapa, que ofrece más del 90% de los servicios utilizados en la administración pública; actualmente se está avanzando para emular a los proveedores como por ejemplo: Amazon Web Services y Google Cloud.
Para brindar servicios de nube vemos necesaria la construcción en el mediano plazo de DC adicionales en otras regiones del país, aumentando así la disponibilidad y previsión ante catástrofes; con zonas geográficas de características muy atractivas alejadas de la provincia de Buenos Aires. Algunos de los ponderadores son: Pymes, cooperativas, polos tecnológicos, universidades, técnicos, estudiantes y profesionales de carreras vinculadas a las TICs en provincias del centro del país; donde además existen nodos densamente interconectados de la REFEFO, y que quedarían cerca del nuevo cable submarino que interconecta América del Sur con Asia, lo que aumenta la justificación para su emplazamiento.
Con esta infraestructura de satélites, fibra óptica y capacidad de cómputo ya desplegada, vemos una oportunidad para apostar aún más fuerte en los procesos de digitalización del Estado. En ese sentido, creemos que el Estado nacional debe funcionar como guía para los demás organismos y estados provinciales, estableciendo los principios básicos sobre los que van a incorporarse a esta nube pública y celebrando acuerdos de cooperación, que fomenten el intercambio y uso razonable de datos sin descuidar la privacidad. Esto posibilita grandes mejoras en el sistema de salud, transporte, entre otros. Un ejemplo simple de ello, es el uso de información sanitaria compartida entre diferentes municipios para detectar patologías o posibles causas de enfermedades en pueblos aledaños como consecuencia de alguna contaminación en tierra, río o napas; reduciendo los tiempos de detección y resolución como ventaja directa de administrar una mayor cantidad de datos. El sector agrario puede ser otro gran beneficiario de estos servicios, ya que mediante el procesamiento de la información obtenida por los satélites de observación SAOCOM 1A y 1B puede medirse el estado del suelo, realizar mejoras puntuales en los sistemas de riego, modelar y maximizar el rendimiento de la cosecha.
Estas nuevas herramientas, además resultan potenciadoras del sector vinculado a la economía del conocimiento, generando trabajos de calidad y productos o servicios con gran valor agregado. Sumado a esto, mediante la articulación entre el Ministerio de Educación y Modernización se hace posible crear programas de capacitación, talleres y pasantías para jóvenes, garantizando una fuente laboral de calidad en el corto plazo, impulsando la creación de empresas de software.
Combinando estas tecnologías junto a la penetración, aumentos de capacidad y capilaridad de la REFEFO pueden contribuir y acompañar al desarrollo regional, fomentando e impulsando la articulación con otros sectores, facilitando el uso de estos servicios a Pymes, Cooperativas, organizaciones sociales, sindicatos, Universidades, Estado Nacional, Provincial y Municipal.
La pandemia ha puesto en evidencia que las empresas, regiones y países con mayor inversión en tecnologías de la información y la comunicación, han podido adaptarse con mayor facilidad. Y es por ello que nos preguntamos ¿Cuál sería la mejor manera de abordar este gran desafío que nos depara esta nueva revolución? ¿Podría plantearse un esquema de potenciación para impulsar el desarrollo de las nuevas tecnologías en aquellos sectores históricamente “olvidados” como las Pymes, Cooperativas, Universidades, organizaciones sociales, entes gubernamentales en forma articulada? Desde el Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT) creemos que sí.
[*] Silvestris es Ingeniero en Telecomunicaciones y Magíster en Ciencias de la Ingeniería (UNRC). Director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia. Diaz es Ingeniero en Telecomunicaciones (UNRC). Colaborador del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia.
Este artículo fue publicado por primera vez en Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)