Por Betiana Vargas y Arístides Silvestris [*]
Las tierras raras son factores clave para la computación cuántica y la inteligencia artificial. Se trata de un conjunto de 17 elementos esenciales en la fabricación de baterías, imanes para vehículos eléctricos, turbinas para molinos eólicos, así como para las industrias aeronáutica y de defensa.
También se utilizan en computadoras, televisores y teléfonos inteligentes, junto con diversas tecnologías de energía limpia que son fundamentales para la descarbonización. De hecho, especialistas afirman que, si se elimina el uso de las tierras raras, volveríamos a la década de los años 60.
Entre los elementos se encuentran: Escandio (Sc); Itrio (Y); Lantano (La); Cerio (Ce); Praseodimio (Pr); Neodimio (Nd); Promecio (Pm); Samario (Sm); Europio (Eu); Gadolinio (Gd); Terbio (Tb); Disprosio (Dy); Holmio (Ho); Erbio (Er); Tulio (Tm); Iterbio (Yb) y Lutecio (Lu). Para las personas aficionadas a los Simpsons, leer esta lista parece la escena donde Cletus Spuckler llama a sus hijos.
La especulación vinculada a la limitación de la exportación de tecnologías esenciales para la fabricación de chips por parte de China pasó a ser realidad el 21 de diciembre de 2023, cuando el Ministerio de Comercio del país asiático anunció la suspensión de las exportaciones de tecnologías necesarias para el procesamiento de tierras raras (Forbes, 2023).
En la actualidad, China produce el 60% de las tierras raras del mundo, pero procesa casi el 90% (Financial Times, 2023; IEA, 2024), por lo tanto requiere importar recursos de otros países. Esto ha dado a China casi un monopolio (Baskaran, 2024).
De hecho, alrededor del 98% de las tierras raras utilizadas en la Unión Europea durante 2021 se importaron de China. El gigante asiático ha desarrollado estratégicamente este monopolio en el mercado de las tierras raras desde la década de 1990 (BBC, 2023).
Sin embargo, existen importantes reservas globales de tierras raras fuera de China, incluido el 19% en Vietnam, el 18% en Brasil, el 6% en India y el 4% en Australia, lo que equivale a casi la mitad del suministro mundial (Baskaran, 2024).
Según el gráfico, la ventaja comparativa que dispone el grupo BRICS es significativa si se observa el acumulado que reúnen en conjunto China, Brasil, Rusia e India, ubicados dentro de los primeros 5 puestos en el ranking de reservas de tierras raras en 2022.
La geopolítica de materiales críticos
Las tierras raras se han convertido en una herramienta geopolítica en el marco de la llamada Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0, ya que se tratan de elementos cruciales para el desarrollo tecnológico, para la seguridad nacional y hasta para el avance de tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial.
El neodimio es conocido por su alta coercitividad y remanencia magnética, permitiéndole generar campos magnéticos intensos y estables, lo que lo hace esencial para los sistemas de guía de misiles. El lantano mejora la claridad del vidrio, particularmente para lentes de cámaras de alta gama, como las utilizadas para inteligencia, vigilancia y reconocimiento. El europio, por su parte, calienta los tonos de las luces LED, las pantallas de plasma y se usa para diferentes tipos de rayos láser; mientras que sus propiedades únicas de absorción de neutrones lo convierten en un ingrediente crucial en las barras de control utilizadas en los reactores nucleares (Russel Kenlan, 2020).
A grandes rasgos, pareciera que China utiliza estos materiales como herramienta de presión en el marco de la guerra comercial y tecnológica que mantiene con Estados Unidos, cuyo aliado principal para obtener estos materiales es Australia. Esto ya sucedió en 2010, cuando China restringe las exportaciones de tierras raras a Japón por una disputa territorial, y en 2019 cuando la utiliza como arma política en su guerra comercial con Estados Unidos (BBC, 2023).
Vale recordar que el 30 de septiembre de 2020, el entonces presidente Donald J. Trump declaró que la dependencia estadounidense de China para los elementos de tierras raras era una emergencia nacional y emitió una orden ejecutiva que demandaba una revisión multiinstitucional y una acción inmediata para proporcionar garantías de préstamos y subvenciones que ayuden a estimular el suministro interno. Las empresas mineras estadounidenses, y posiblemente algunos competidores de propiedad extranjera, eran elegibles para recibir dichos fondos.
En aquel momento, Trump ordenó relajar las restricciones ambientales para fomentar aún más la minería nacional. A pesar de su naturaleza crítica, Estados Unidos depende de China para el 80% de su consumo de metales de tierras raras (BBC, 2019).
Además de los metales de tierras raras, China también proporciona más de la mitad del consumo anual estadounidense: 31 de 35 materiales considerados críticos para la seguridad nacional, según el Departamento del Interior y el Departamento de Comercio estadounidense en 2017 (Ikenson, 2020).
Según afirmaba la orden para la seguridad nacional y las industrias críticas de Estados Unidos, la dependencia de este país con China para el galio, el grafito y la barita, entre otros materiales, “constituye una amenaza inusual y extraordinaria”. Es por ello, que a medida que se intensifica la guerra de semiconductores o microchips, ambos países y sus aliados, realizan nuevas maniobras.
A comienzos de agosto de 2023, China anunció las restricciones a la exportación de galio y germanio -metales clave para la fabricación de semiconductores- o de grafito, argumentando que esas decisiones las tomaba por motivos de “seguridad nacional” (Liang y Marsh, 2023). Ambos elementos son utilizados en la producción de chips y también tienen usos militares.
Como respuesta, a principio de enero de 2024, los Países Bajos se unieron a Estados Unidos y Japón para limitar las exportaciones de equipos avanzados de fabricación de chips con el objetivo de impedir que China siga avanzando en este sector considerado estratégico; puntualmente a través de la empresa holandesa ASML Holding (Advanced Semiconductor Materials Lithography) dedicada a la fabricación de máquinas de litografía avanzadas de última generación destinadas a dichos desarrollos (El Observador, 2024).
El constante “toma y daca” entre las dos mayores economías del mundo ha generado preocupaciones sobre el llamado “nacionalismo de recursos”, cuando los gobiernos acaparan materiales críticos para ejercer presión sobre otros países (Liang y Marsh, 2023). Dicha preocupación atañe sobre todo a Occidente.
Además, los expertos advierten que el uso de recursos y capacidades tecnológicas como armas -a la manera en que Estados Unidos y China lo han hecho- tiene consecuencias ambientales globales directas. Eso se debe a que las llamadas tecnologías verdes dependen de este tipo de materiales.
Cabe preguntarse: ¿se intensificarán los conflictos entre Estados Unidos y China por la apropiación de estos minerales? ¿Qué otros impactos tendrán dichos conflictos?
Paradójicas dependencias del capitalismo depredador
Una persona consultada en la calle, difícilmente pueda identificar el escandio o el gadolinio. Quizas tampoco pueda dimensionar en términos estrictos el por qué de la importancia que ha adquirido el coltan y las atrocidades que se están produciendo en su nombre en la República Democrática del Congo, tras convertirse en el “nuevo oro negro” (Hernández, 2024; Caciabue y Giménez, 2024).
A la mayoría de las personas, lo que les preocupa es si tienen acceso a un smartphone o a una computadora para cumplir con sus tareas laborales; el costo que le demanda su automóvil; o qué representará en materia económica la transición hacia tecnologías verdes, sobre todo a partir de la expansión de la digitalización tras la Pandemia y la configuración de una nueva fase digital (Aguilera, 2023).
Quienes no tienen dudas e identifican el rol fundamental de estos materiales críticos son los representantes de los grandes proyectos estratégicos, la Nueva Aristocracia Financiera y Tecnológica global que busca ganar márgenes de acción en el terreno digital y tecnológico y que tiene dominio sobre sofisticados desarrollos tecnológicos e industriales.
La dependencia excesiva y la consecuente búsqueda de estos materiales constituye una preocupación permanente para el capitalismo depredador, ya que se tratan de valiosos tesoros, muy codiciados para las ambiciones corporativas del sector financiero y tecnológico.
De ahí la importancia de observar de cerca el desarrollo de estas tendencias y el creciente extractivismo de este tipo de elementos, sobre todo en lo que respecta a la expansión minera en territorios del Sur Global, donde América Latina y África estarían jugando un papel crucial.
[*] Vargas es Magíster en Ciencias Sociales con orientación en Educación (FLACSO). Especialista en Educación y Nuevas Tecnologías (FLACSO). Licenciada en Psicopedagogía (UNRC). Diplomada en Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgos (UNDEF). Doctoranda en Estudios del Desarrollo de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo (UAED) de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) y Becaria CONACYT, México. Investigadora del Programa de Análisis de la Construcción de Sentido en Plataformas Digitales (PAC) del Instituto de Cultura y Comunicación (ICC) de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Redes: @Betiana_Vargas_
[*] Silvestris es Ingeniero en Telecomunicaciones, Magíster en Ciencias de la Ingeniería (UNRC) y Diplomado en Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgo (UNDEF). Director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT) asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia. Redes: @asilvestris_arg
Este artículo fue publicado por primera vez en Ámbito.com