Por Arístides Silvestris [*]
Desde comienzos del siglo XXI, la humanidad ha experimentado vertiginosos avances científicos y tecnológicos, con cambios cada vez más disruptivos. Esto ha logrado transformar la forma en que vivimos y nos relacionamos, estando cada vez más mediados por la digitalización. Pareciera que, además, el éxito de esta Era digital dependerá en gran medida de la capacidad del ser humano para lograr crear, compartir y utilizar el conocimiento de manera efectiva. Producto del aumento en la conectividad y el acceso a la información, la multiplicidad de actores que componen la sociedad poseen la capacidad de acceder a una cantidad sin precedentes de recursos digitales y conocimiento, lo que ha dado lugar a nuevas formas de producción y creación de valor.
Actualmente, existen 5.180 millones de usuarios activos de internet en todo el mundo que constituyen más del 65% de la población mundial. Si además, segmentamos a los usuarios que acceden mediante teléfonos móviles o teléfonos inteligentes, la cifra ronda el 60%. (Datareportal, 2023). En este mismo sentido, las personas pasan en promedio casi 7 horas diarias frente a una pantalla por actividades relacionadas con Internet (Comparitech, 2023).
Adicionalmente, según el último reporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Foro Económico Mundial, el volumen de compras realizadas a través de dispositivos móviles superó al de aquellas en las que se utilizaron equipos de escritorios (Foro Económico Mundial, 2022).
Este escenario, devela los intereses detrás de la batalla global entre China y Estados Unidos, algo que fue posible avizorar desde la guerra comercial que comenzó Donald Trump y continuó Joe Biden contra Xi Jinping. Esto se puede visualizar a través de las declaraciones vinculadas al peligro para la seguridad nacional y espionaje; arresto en Canadá de Meng Wanzhou, Directora financiera de Huawei en Canadá (Ámbito Financiero, 2021); sumado a las recientes visitas de personal estadounidenses a fabricantes de microchips en Taiwan (BBC, 2022), ejercicios militares en las costas del Mar Meridional de China (CNN, 2022); provisión de armamento a Taiwán por parte de Estados Unidos (Télam, 2023), entre otros .
Esta guerra multidimensional entre las dos potencias económicas, es centralmente por imponer y controlar los tiempos sociales de producción y liderar la vanguardia tecnológica que se empleará en los años venideros. Quien logre imponer esos tiempos sociales, seguramente será el que domine el nuevo mundo.
Pero lo que en apariencia se muestra como una lucha entre países, esconde en el fondo la verdadera guerra entre los principales fondos de inversión financiera que maniobran junto con las grandes industrias tecnológicas. Es posible caracterizar al polo “chino” con Huawei, Baidu, Alibaba, Tencent, y Xiaomi; y al polo “estadounidense” con Amazon, Google, Meta, Apple, Microsoft y Tesla/SpaceX, lo que algunos autores mencionan como G2 (Giménez y Caciabue, 2021).
Es en este contexto que se vuelve central, en esta fase digital del capitalismo, el despliegue de infraestructuras necesarias para las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), como por ejemplo centros de datos, tendidos de fibra óptica, satélites, etc. En este sentido, la República Popular China, Estados Unidos y sus aliados poseen proyectos estratégicos de desarrollo de infraestructura, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China (BRI, por sus siglas en inglés, China’s Belt and Road Initiative) y el construir un mundo mejor (B3W, por sus siglas en inglés, Build Back Better World), que prometen generar los cimientos de esta nueva Era Digital (Mission of the People’s Republic of China to the European Union, 2018; White House, 2021).
En la región latinoamericana las complicaciones geográficas para el despliegue, no la exime de ser un centro de interés, y se puede observar mediante un relevamiento de las licitaciones de espectro para las redes de 5G en cada uno de los países.
Haciendo un recorrido desde Caribe hasta la Antártida, se ha avanzado de forma muy diversa en las distintas etapas para la puesta en funcionamiento de redes de 5G.
En Colombia, el Ministro de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, Mauricio Lizcano, anunció que realizará la subasta de su espectro el 20 de diciembre de 2023 (Telesemana, 2023); por otro lado su vecino Venezuela, realizará la primera subasta para 5G en el año 2024, según su nuevo Plan Nacional de Telecomunicaciones 2023-2025 (Dpl News, 2023). Para el caso de Ecuador, la licitación de 5G no está planificada, ya que posee el 60% de cobertura de 4G y resta un largo camino por delante.
Perú, por su parte, se encuentra realizando una limpieza y reordenamiento de sus frecuencias pero aún tampoco posee fechas para licitación. Sin embargo, está realizando pruebas de 5G mediante equipamiento que puede operar en las frecuencias dedicadas y asignadas a 4G (Dpl News, 2023). Bolivia también, se encuentra en el mismo sendero, realizando reordenamiento y monitoreo del espectro para poder avanzar con la licitación.
Paraguay tiene intención de realizar su subasta de espectro 5G durante el 2023 y comenzar el despliegue en 2024, las empresas ya han realizado la modernización de sus radiobases para que sean compatibles como 5G (Bnamericas, 2023).
Por su parte, Argentina anunció el lunes 28 de agosto del corriente, la licitación del espectro para el servicio de 5G, algo que había sido postergado en reiteradas ocasiones. El cronograma de licitación estaba estipulado para principios de este año, ya que las bandas de 3,5 GHz se encontraban limpias. Sin embargo, existen varias empresas que actualmente poseen una infraestructura compatible con redes de 5G pero operando en frecuencias de 4G al igual que en varios países de Latinoamérica.
De los países con una implementación de 5G efectiva podemos mencionar a Brasil, cuyo espectro fue subastado a finales de 2021 durante el gobierno de Jair Bolsonaro, y actualmente el Ministerio de las Comunicaciones monitorea la implementación del 5G en todo el país con el aval de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel).
Chile también logró realizar su licitación de frecuencias en el año 2021, de la mano del gobierno de Sebastián Piñera, con un despliegue cauteloso avanzando principalmente en brindar servicios de 5G en sus grandes urbes.
Uruguay logró recientemente, durante el mes de mayo de 2023, con Luis Lacalle Pou, la licitación del espectro con una gran participación estatal (América economía, 2023).
Lo interesante es que la mayoría de los países de la región han optado y seleccionado como primera instancia la banda espectral de 3.5GHz, algo que permitirá la intercompatibilidad de equipos en todo el continente.
Ahora bien, con este relevamiento de hechos, pareciera ser que los gobiernos de los países que tenían mayor afinidad política con los Estados Unidos, en el caso Brasil, Chile y Uruguay, lograron avances más significativos en la implementación del 5G, pese al lobby e intentos de obstaculizar los convenios con proveedores como Huawei y ZTE.
En Brasil, existen varios proveedores de telefonía móvil como Vivo que posee 33% del mercado, Claro con 28%, TIM con 20% y Oi con 16% (Telesemana, 2022). Vivo, además de tener la mayor parte del mercado utiliza Huawei en el 65% de sus redes; Claro, el segundo operador, adquiere el 55% de sus equipos a Huawei; TIM el 45% y Oi el 60%; los equipos restantes de Claro se reparten con la finlandesa Ericsson (Clarín, 2021; Global Voices, 2021).
Tomando el caso de Chile, posee un esquema donde el mercado se divide entre Entel con 33%, Movistar con 23%, WOM y Claro con 22% cada una. Cada proveedor, posee su red implementada con varios fabricantes, Entel lo realiza mayoritariamente de la mano de Ericsson (Transmedia, 2021), Claro con Nokia; Movistar con Nokia y Huawei y finalmente WOM con Huawei (Nokia, 2021; Bnamericas, 2022).
En Uruguay, las proporciones son diferentes donde Antel, empresa estatal, acapara 46% del mercado, Claro con 28% y Movistar con 26%. Si bien, la licitación es muy reciente, cabe recalcar que Antel posee gran parte de su infraestructura con equipos Huawei, Nokia y ZTE (BnaAmericas, 2021); y casi un tercio de las antenas se concentran en el departamento de Montevideo.
A nivel mundial, el mercado de fabricantes de estaciones base o antenas de 5G, se divide mayoritariamente en 3 grandes jugadores que poseen casi el 75% del mercado, en el que Huawei lidera con un 29%, Ericsson el 24%, Nokia el 21,5%, dejando atrás a otros. Recientemente, Huawei cerró un acuerdo de licencias cruzadas de patentes por varios años con Ericsson para 5G. Si realizamos la comparación global contra la regional, es notable la presencia que logró la tecnológica china Huawei.
Ahora bien, en virtud de lo expuesto, es posible inferir que en un mercado donde Huawei ejerce una fuerte dominación, la postergación de la licitación del espectro de 5G en Argentina, podría estar relacionada con posibles condicionamientos impuestos por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Algo que además propició que Argentina, en mayo de este año, anunciara la liberación de la banda de entre 5.925 y 7.125 MHz dedicada para WiFi 6 y WiFi 6E, tecnologías que promueven una funcionalidades similares a la de 5G conexión de alta velocidad y mayor cantidad de dispositivos. En el evento de dicho anuncio, se encontraban de forma presencial y virtual, representantes y directivos de Amazon, Apple, Broadcom, Cisco, DSA, Google, HPE, Intel, Meta, Microsoft, Qualcomm, y Federated Wireless; cada uno de ellos con respaldo de capitales “estadounidenses” (Enacom, 2023).
Estas prácticas aminoran, pero no detienen, los pasos de expansión del modelo de tecnológicas chinas en Argentina y la región, con Huawei a la cabeza.
No quedan dudas, bajo este escenario de disputa feroz, resulta necesario plantear qué tipo de conectividad se ajusta a nuestras necesidades como región, para así generar condiciones que verdaderamente impulsen el desarrollo de las Pymes, cooperativas, escuelas, universidades, organizaciones sociales y Estado. ¿Cuál sería el mejor marco de alianza?
[*] Ingeniero en Telecomunicaciones, Magíster en Ciencias de la Ingeniería (UNRC) y Diplomado en Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgo (UNDEF). Director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT) asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia y al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégicos (CLAE).
Este artículo fue publicado por primera vez en NODAL