Arístides Silvestris [*]
Actualmente, la conectividad y el acceso a la información ha dejado de ser algo optativo para pasar a ser esencial. Estamos inmersos en un mundo basado en la digitalización y virtualización de casi todo lo que nos rodea; en el cotidiano de nuestras vidas utilizamos Internet para comunicarnos y buscar información, teletrabajar, educarnos, socializar y distendernos. La pandemia ha resaltado y develado la inmensa brecha de acceso y la brecha digital que existe en todo el mundo.
En regiones como Latinoamérica y África, esto se hace mucho más notable. Existen zonas en las cuales no es económicamente rentable realizar despliegues de infraestructura de gran envergadura, sobre todo en áreas con poca densidad poblacional. La poca cantidad de personas o los bajos recursos de quienes podrían consumir el servicio dificulta la recuperación de la inversión en el corto plazo por parte de las compañías de telecomunicaciones (TelCos). Sin embargo, en estas zonas existen estrategias para lograr el acceso mediante despliegues de redes malladas inalámbricas instaladas de forma autónoma por las comunidades, quienes finalmente recurren a empresas satelitales o cooperativas para alcanzar el acceso a la conectividad con el resto de Internet. En este sentido, es importante resaltar proyectos como el de Altermundi y LibreRouter que utilizando la estrategia antes mencionada y el uso de código abierto, pretenden acercar estas tecnologías a las comunidades aisladas; por otro lado tenemos el segmento de Facebook Connectivity, que aborda la problemática de forma integral mediante convenios con varias empresas líderes como Qualcomm, Intel, Nokia; sumado a las satelitales Hughes Communications perteneciente a EchoStar Corporation, y ViaSat. Cabe destacar que las empresas enumeradas, con la salvedad de la finlandesa Nokia, se encuentran respaldadas por varios fondos financieros de origen angloamericano como Vanguard Group, Blackrock Inc. y State Street Corporation que poseen entre ellos al menos 15% de su participación accionaria.
No es trivial que en el epicentro de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, tenga como eje ordenador la batalla por la implementación de la tecnología 5G, impulsada principalmente por la empresa china Huawei Technologies y ZTE. Las tensiones generadas entre la administración de Donald Trump y Xi Jinping tuvieron consecuencias económicas importantes a escala global, culminando en un boicot alegando objetivos de espionaje, vulnerabilidades contra la seguridad nacional estadounidense, competencia desleal, orden de captura internacional de Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei, en Canadá, acuerdos comerciales vacíos, desde el Departamento de Seguridad Nacional, Departamento de Defensa, Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, entre otras. Seguidamente, comenzaron bloqueos de uso, compra y venta de software y hardware de varias empresas, como los servicios de sistema operativo Android de Google Inc., los microprocesadores de Qualcomm e Intel. Todo esto culminó en la suspensión de contratos con Huawei en Reino Unido, Europa, Australia y Canadá. En territorio estadounidense las compañías Verizon, AT&T y T-Mobile terminaron implementando 5G de la mano de Ericsson y Samsung. Estas TelCos también se encuentran respaldadas por los mismos gigantes fondos financieros angloamericanos como Vanguard Group, Blackrock Inc. y State Street Corporation con porcentajes accionarios similares.
Estos hechos resaltan la importancia de este nuevo territorio en disputa, como uno de los pilares fundamentales de la revolución 4.0, internet de las cosas, inteligencia artificial, realidad virtual, análisis mediante el big-data, etc.
Existen varias formas de implementar las redes 5G de telefonía móvil, como la 5G NSA (Non StandAlone) que es una combinación donde se aprovecha la infraestructura 4G desplegada previamente con protocolos 5G en las interfaces de radio, siendo además un paso intermedio hacia la 5G SA (StandAlone) que es totalmente nativa y requiere modificaciones mucho mayores (obras civiles,tendidos de fibra óptica, etc.).
En casi todos los países de latinoamérica se han realizado varias pruebas piloto de esta nueva tecnología con zonas de cobertura de redes 5G relativamente pequeñas con diferentes espectros o frecuencias de trabajo.
Particularmente en Argentina, se realizaron pruebas de la mano de varias TelCos, Movistar y Ericsson en la Ciudad de Buenos Aires en el año 2017, Nokia en marco de un laboratorio en la Ciudad de Buenos Aires durante 2018 y Telecom-Personal junto a Huawei en la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba en 2019. El tema ha reflotado desde que el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), el 16 de marzo de este año, convocó a realizar pruebas y demostraciones de la red de 5G para conexiones de banda ancha móvil en la sede central a cargo de las empresas Nokia , Ericcson, Huawei y Telecom. Claudio Ambrosini, presidente del organismo regulador, mencionó que “Es la primera vez que un estado hace una prueba de 5G” y “La primera etapa sobre la que vamos a trabajar, y a la que apunta la tecnología 5G, es la educación, la salud, la telecirugía y la telemedicina, la industria del petróleo y del transporte. La economía necesita reforzarse, tanto en Argentina como en el mundo, por eso queremos empezar por el camino de la producción”. Sumando a esto el director Gonzalo Quilodran, enfatizó que “Estamos más cerca de que esta tecnología de punta llegue donde más se la necesita para ayudar en el despliegue de los lugares más alejados y adversos de los principales centros urbanos de la Argentina, por ello desde ENACOM propiciamos la llegada de las nuevas tecnologías para todas y todos”. Asimismo, el vicepresidente del Ente, Gustavo Lopez, agregó que “Estamos a las puertas de una nueva revolución tecnológica y nuestro país está a un paso de empezar a concretarlo”. Finalmente, Santiago Cafiero, Jefe de Gabinete, reforzó “se ha generado un nuevo derecho en la Argentina que es el derecho a estar conectados. Disminuir la brecha digital es un mandato de nuestro Presidente, que tenemos que asumir entre todos y todas, y avanzar en las nuevas tecnologías es parte de las tareas que tenemos por delante“. Estas declaraciones y hechos del gobierno Nacional, indican grandes avances y decisión política para avanzar en esta dirección. Aunque todavía no está claro cuáles serán las empresas proveedoras de la tecnología, pareciera que las candidatas en orden de preponderancia serían Huawei Technologies, Ericsson y Nokia.
Sin embargo, el 14 de abril del corriente, Alberto Fernández, presidente de Argentina, se reunió con Juan González, director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, y con Julie Chung, subsecretaria Interina del Departamento de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, donde ratificaron que su principal preocupación sigue siendo el avance de China en la región y apuntaron especialmente a proyectos de Beijing como la central nuclear Atucha III y el despliegue de las redes 5G por parte de Huawei. Esto surge como consecuencia de los avances logrados entre Darío Martínez, secretario de Energía, y Sabino Vaca Narvaja, embajador argentino en China, para concretar el acuerdo lo más rápido posible.
Ese mismo 14 de abril por la noche, los funcionarios estadounidenses tuvieron otra reunión con Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados de Argentina, en donde volvieron a poner sobre la mesa la temática vinculada a la Central Hualong-One y redes 5G de Huawei.
Sea cual sea el desenlace final de esta guerra entre proyectos estratégicos, es necesario plantear cuáles son las necesidades que tenemos como región y como pueblo para abordarlas de la forma más integral posible sin quedar subordinados a mayores condicionamientos externos. Es fundamental la implementación de nuevas tecnologías que sirvan para achicar la brecha digital y acceso al conocimiento. Estas nuevas herramientas, además resultan potenciadoras del sector vinculado a la economía del conocimiento, generando trabajos de calidad y productos o servicios con gran valor agregado.
En síntesis, la era digital demanda y demandará una infraestructura dinámica y robusta desde donde sostenerse y desarrollarse, y los países o regiones que no tengan acceso, manejo y administración de estas tecnologías se verán sometidos y rezagados.
Desde el Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT) creemos que es posible plantear un abordaje que permita mejoras en el acceso a las comunidades aisladas y desfavorecidas de nuestro país. Y que las mejoras en conectividad servirán para potenciar el desarrollo de las nuevas tecnologías en las Pymes, Cooperativas, Universidades y organizaciones sociales. Pero nos preguntamos ¿Cuál sería la mejor manera de afrontar esta disputa y cómo alinearnos?
[*] Silvestris es Ingeniero en Telecomunicaciones y Magíster en Ciencias de la Ingeniería (UNRC). Director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia.
Este artículo fue publicado por primera vez en Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)